10.10.13

Alta Marea: DEFENSA DEL PREJUICIO. UNO: ENRIQUECE LA REALIDAD

El vínculo que tengo con el escritor B es un prejuicio negativo: lo considero un hipócrita en quien no coinciden las declaraciones y los actos, estoy seguro de que falsifica los hechos cuando escribe ensayos y notas periodísticas, y detesto su estilo cuando escribe ficciones. Por suerte no escribe poemas. No lo leo nunca. A la escritora C, que es norteamericana e indígena, me une un prejuicio positivo: la encuentro linda, leo todo lo que encuentro de ella, le agrego un halo positivo a cada dato de su persona y a cada una de sus palabras, me parece digna (todo lo contrario del escritor B). Me comentan de pronto que el escritor B ha opinado favorablemente de la obra de la escritora C. Desprovisto del prejuicio se trataría sólo de un dato, una noticia. Gracias al prejuicio todo adquiere un espesor narrativo disfrutable, lleno de pasiones: indudablemente el escritor B, ambicioso currador de becas y viajes, lo ha declarado para poder, cuando encuentre a la escritora C, levantarla sin tapujos, haciéndola profundamente infeliz, por los siglos de los siglos. Saboreamos incluso una veta de tragedia, de destino inevitable que nos impide viajar a advertirla (no tenemos dinero, desconocemos exactamente dónde vive, elementos que el escritor B conseguirá sin dudas con sólo chasquear los dedos): "pobre C", pensamos, "está allí, sola, escribiendo sus textos maravillosos en medio de la noche, sin sospechar que cada segundo que marca el reloj acerca el momento en que B caerá sobre lla, inmisericorde."

No hay comentarios: