7.11.15

LEVANTAD CARPINTEROS, LA VIGA DEL TEJADO

Hace unos veinte años, una noche en que nuestra enorme familia estaba sitiada por las paperas, mi hermana menor, Franny, fue trasladada con cuna y todo a la habitación evidentemente libre de microbios que yo compartía con mi hermano mayor, Seymour. Yo tenía quince años, Seymour diecisiete. A eso de las dos de la mañana, la nueva compañera me despertó con su llanto. Me quedé quieto durante unos minutos escuchando el berrinche, hasta que oí que Seymour se movía en la cama próxima a la mía. En aquellos tiempos teníamos una linterna sobre la mesa de luz entre los dos, para casos imprevistos que nunca se presentaban. Seymour saltó de la cama y la encendió.

- El biberón está sobre la hornalla, dijo mamá-le expliqué. 
- Ya se lo di hace un rato -dijo Seymour-. No tiene hambre.-

Avanzó en la oscuridad hasta los anaqueles y proyectó la luz balanceándola hacia atrás y hacia delante de los estantes. Me senté en la cama. 

- ¿Qué vas a hacer? -pregunté. 
- Creo que voy a leerle algo- contestó Seymour y tomó un libro. 
- Pero, por favor, si tiene diez meses -dije. 
- Ya lo sé -respondió Seymour-. Tienen orejas. Oyen.

La historia que Seymour le leyó a Franny aquella noche era una de sus favoritas, un cuento taoísta. Franny jura hasta hoy que se acuerda de Seymour leyéndoselo.

El Duque Mu de Chin dijo a Po Lo: “Ya estás cargado de años. ¿Hay algún miembro de tu familia a quien pueda encomendarle que me busque caballos?”. Po Lo respondió: “Un buen caballo puede ser elegido por su estructura general y su apariencia. Pero el mejor caballo, el que no levanta polvo ni deja huellas, es evanescente y fugaz, esquivo como el aire sutil. El talento de mis hijos es de nivel inferior; cuando ven caballos pueden señalar uno bueno pero no el mejor. No obstante tengo un amigo, un tal Chiu-fang Kao, vendedor de vegetales y combustible, que en cosas de caballos no es en modo alguno inferior a mí. Te ruego que lo veas”.
El Duque Mu así lo hizo y después lo envió en busca de un corcel. Tres meses más tarde volvió con la noticia de que había encontrado uno. -Ahora está en Sach’iu - añadió.- ¿ Qué clase de caballo es ? -preguntó el Duque. -Oh, es una yegua baya -fue la respuesta. ¡Pero alguien fue a buscarlo, y el animal resultó ser un semental negro! Muy disgustado el Duque mandó llamar a Po Lo. -Ese amigo tuyo -dijo- a quien le encargué que me buscara un caballo se ha hecho un buen lío. ¡Ni siquiera sabe distinguir el color o el sexo de un animal! ¿Qué diablos puede saber de caballos?- Po Lo lanzó un profundo suspiro de satisfacción. - ¿ Ha llegado realmente tan lejos? -exclamó-. Ah, entonces vale diez mil veces más que yo. No hay comparación entre nosotros. Lo que Kao tiene en cuenta es el mecanismo espiritual. Se asegura de lo esencial y olvida los detalles triviales; atento a las cualidades interiores, pierde de vista las exteriores. Ve lo que quiere ver y no lo que no quiere ver. Mira las cosas que debe mirar y descuida las que no es necesario mirar. Kao es un juez tan perspicaz en materia de caballos, que puede juzgar de algo más que de caballos.
Cuando el caballo llegó, resultó ser un animal superior."

He reproducido el cuento no porque invariablemente me aparte de mi camino, sino por una razón totalmente distinta. Como conozco los hechos, creo que debo mencionar que Seymour, ahora, en 1955, hace ya mucho tiempo que ha muerto. Se suicidó en 1948, mientras pasaba unas vacaciones en Florida con su mujer….Pero lo que en realidad quiero decir es esto: Desde que mi hermano se retiró definitivamente de la escena, no he conocido a nadie a quien pueda encomendarle que salga a buscar un caballo en su lugar.

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